miércoles, 17 de septiembre de 2014

Seguir estudiando tras la ESO

En la actualización de los informes sobre relación entre notas y estudios superiores se dibuja exactamente el mismo panorama anterior: los alumnos que creen que irán a la universidad es más probable que acaben haciéndolo, y suelen sacar mejores notas. Puede parecer lógico, los estudiantes con mejores notas se encaminan hacia un itinerario académico y aquellos que saben que quieren estudiar tras acabar la ESO se esfuerzan más y por tanto obtienen mejores resultados. Pero no es todo tan sencillo.

Para empezar está la clase social. Es más probable que tenga altas expectativas un alumno de clase alta que uno de clase baja, incluso con notas idénticas o superiores. Esas expectativas, sociales, acaban convirtiéndose en predictor de éxito ya que afectan no solo a su desempeño sino a la imagen que tienen los profesores, que son quienes evalúan y refuerzan el círculo con las notas.

Otro aspecto, ligado al anterior, es el centro. Gran parte de la nota viene de la comparación con los demás compañeros de la clase o del colegio. No es lo mismo un 5 en un centro que en otro, porque los docentes tienden a adoptar un patrón de evaluación de manera que es raro que todos saquen por ejemplo un excelente aunque se trate de la élite académica en comparación con otros centros. Por tanto los alumnos con grupos aparte o centros con bajas expectativas o aquellos estudiantes más justos en centros muy exigentes tienen más posibilidades de dejar los estudios aunque por sus conocimientos puedan seguirlos de manera objetiva. El efecto Mateo acentúa esta tendencia.

Por último influye fuertemente la polarización formativa española. Como la FP de grado medio está muy desprestigiada y los bachilleratos no sirven para nada en sí mismos sino como puente hacia otros estudios, los alumnos o bien intentan seguir hasta la carrera universitaria o bien abandonan antes o al acabar la ESO, lo cual hace que las expectativas sean mucho más importantes que en otros entornos: el todo o el nada. La imposibilidad casi absoluta de retornar al sistema reglado una vez son encasillados en programas aparte o dejan las aulas, provoca que el peso de esas decisiones tempranas, ligadas a la propia imagen y al contexto social, sean un lastre del que solamente escapan las excepciones estadísticas.

El propio estudio apunta algunas de las soluciones: no dividir a los alumnos en grupos supuestamente homogéneos sin valoras las consecuencias, mejorar la orientación y la tutoría para prevenir el abandono y conocer las posibilidades de seguir formándose, no dejar que se acumulen los suspensos a lo largo de los años, trabajar las expectativas de profesores y familias para que las transmitan a los jóvenes, mejorar la formación de los docentes en este campo, ofrecer aulas de segunda oportunidad, trabajar de una manera más flexible en la ESO o mejorar la comprensión lectora. De todo ello hemos hablado aquí pero parece que no se acaba de implementar un plan de choque real para evitar el fracaso escolar.

¿Qué medidas creéis que son más efectivas para esta lucha contra el abandono y el bajo nivel formativo español?


viernes, 5 de septiembre de 2014

Los cursos que los profesores quieren

Según los datos del ministerio, los profesores de primaria y secundaria saben perfectamente dónde necesitan formación de calidad.

En primer lugar piden recursos para poder atender a todos los alumnos, con cursos sobre NEE, trastornos de aprendizaje, conductas disruptivas... Es decir, quieren bagaje para poder tratar como necesitan a esos alumnos que a priori no encajan con la masa (y que cada vez son menos minoría). Los números 4 y 6 abundan en lo mismo, al solicitar estrategias de gestión de aula y de enseñanza individualizada. Por tanto la atención a la diversidad, en sentido amplio, es la principal preocupación de los docentes en las etapas obligatorias, como no podía ser de otro modo. Esto contrasta con la línea ministerial de apartar a esos alumnos en grupos gueto aparte en vez de dar las herramientas que piden los profesores para poder enseñales en su aula.

Los sitios 2 y 3 están ocupados por demandas en TIC, prueba de que a pesar de la miríada de cursillos sobre herramientas aún falta mucho, puesto que los profesores siguen sin verse preparados para usar correctamente la tecnología en clase. Si se enfocara a través del programa y la metodología y no tanto en descubrir el último programa de moda o en aspectos técnicos, seguro que esa demanda bajaría posiciones al normalizarse el uso de las TIC entre todos los docentes.

Posteriormente se piden respuestas reales para la nueva realidad multilingüe: ya no se habla solamente de la inmigración e interculturalidad, como antes (además con la crisis esos alumnos están dejando el colegio y volviendo a su país) sino que se trata de dar clase en varios idiomas pero con calidad (sin las chapuzas a la madrileña o el nefasto TIL balear), integrando las competencias aprendidas en diferentes lenguas en el currículum de todas las áreas.

La siguiente demanda se centra en la orientación, en la parte académica más ligada a la persona, especialmente en los cursos más altos, como es lógico. Casi con el mismo porcentaje se halla la petición de formación en evaluación, en este caso académica, que para mí tiene que ver con la metodología, que ocupa las próximas tres posiciones con variantes.

Al final de todo están las demandas de gestión por parte de directivos y de actualización de la especialidad por parte de los profesores, quienes por tanto parecen considerar que saben de la materia, solamente quieren más pistas de cómo transmitirla a sus alumnos.

Ahora solo queda que los responsables vuelvan a abrir el grifo de la formación (imprescindible) pero que atiendan las necesidades que expresan sus propios profesionales, que tienen muy claras las prioridades